Historia de la ducha
Se entiende como ducha al tipo de baño en el que el agua cae sobre el sujeto, estando éste de pie y sin producirse acumulación de agua, pues la usada se dirige directamente al desagüe, o a la acción de usar estas instalaciones.
La acción de ducharse, se realiza normalmente en una bañera o plato de ducha, que dispone de una manguera que se puede orientar con las manos o una parte fija sobre la cabeza del usuario, donde se dispone de un cabezal que distribuye el agua en varios chorros finos.
En los platos de ducha, generalmente están fijos sobre la cabeza del usuario, o se disponen a lo largo de todo el cuerpo para duchas de hidromasaje, y generalmente protegida por una mampara de cristal o metacrilato translúcido.
Las duchas usadas en las bañeras, tienen una manguera flexible, donde el usuario orienta el cabezal a donde desee o puede fijarlo a la pared sobre su cabeza mediante un soporte previamente instalado.
Un poco de historia de la ducha
Sus orígenes se remontan a la antigua Grecia y al antiguo Egipto. En una excavación de la antigua ciudad egipcia de Akhetatón (o Ajetatón), Tel-el-Amarna, los arqueólogos encontraron un cuenco con agujeros, en el que se cree los sirvientes vaciaban agua sobre la cabeza de su señor. Vasijas y pinturas de la Grecia antigua sugieren que los griegos se duchaban bajo surtidores salidos de fuentes públicas.
En la Edad Media y siglos posteriores, se pierde bastante el interés por el aseo personal, salvo en el caso de algunos nobles que eran mirados con cierto recelo.
Es en 1787 cuando se le otorgara una patente por la ducha, a William Feetham, en 1767. Las primeras, de bombeo manual, no gozaron de aceptación en forma inmediata.
Durante el siglo XVIII los doctores comenzaron a recetarla como cura. Pero la ducha moderna se remonta al siglo XIX cuando el doctor Merry Delabost, jefe médico de una prisión parisina, inventa el mecanismo tal y como hoy lo conocemos (duchas colectivas pero con chorro individual), con el fin de que los presos tuviesen más higiene.
Los beneficios de la ducha son variados, pero este simple hecho de la vida diaria, no es tan sencillo como parece. Para que una ducha resulte beneficiosa debe cumplir con ciertas condiciones, las que tienen que ver directamente con tu tipo de piel, entre otras características.